10 abril 2010

REDUCCIONES

Según entiendo y observo;

Cuando una palabra no se usa nunca, ésta adquiere después de mucho tiempo una connotación antigua, nos remonta a ideas del pasado. Pero las palabras no envejecen, solo cambian de significado, a veces empobreciendo la propia cultura. O simplemente se dejan de usar para poner otra en su lugar, más liviana, menos comprometedora.

Escucho poco hablar hoy de la palabra “impío”.  Quizás sea solo idea mía. En cambio si escucho y con frecuencia, la palabra “corrupto”, asociándola casi exclusivamente a los negociados políticos.
La diferencia para mí entre el impío y el corrupto, es que el impío además de corrupto es cruel, actúa  despiadadamente, goza con el mal que hace, siente placer vejando y denigrando. Y es incapaz de sentir arrepentimiento. Sentimiento que desconoce, porque su mente psiquiátricamente enferma no se lo permite. Esto no lo digo despectivamente, sino con dolor, por su enorme carencia.

Volviendo al tema de reducir los conceptos a la minima expresión, (que heredamos de nuestra decadente cultura siglo XX). Se ha reducido también el concepto de “inmoralidad” derivándolo casi exclusivamente a casos de abuso sexual a menores. Todos las demás inmoralidades, pareciera que flotan dentro del amplio océano de lo relativo y la libertad.

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