01 abril 2010

JUSTICIA

Según entiendo y observo:

Para hacer un juicio de valor razonable sobre las conductas humanas, no es posible hacerlo correctamente si nos colocamos en el lugar del juzgado. Eso nos sirve para comprenderlo no para actuar con justicia, si un delincuente juzga la conducta de otro delincuente ¿como puede ser su juicio?, es necesario para juzgar ser probo. Pero esto no significa creerse un ser superior, solo Dios es superior, la superioridad de un hombre solo es posible cuando procura ser como Dios. Pero, no me malentiendas, ser “como” Dios, no es creerse Dios. (que paradójico que hay mas gente creída de serlo entre los ateos que entre los creyentes).

Ser como Dios significa salirse de si mismo para tratar de ver y sentir como Dios ve y siente. Cosa por cierto imposible, si tomas la frase “a la perfección”.

Ser como Dios es imaginarse como ve Dios la vida, una imaginación sustentada en la realidad, no en la fantasía. Y sentir al hombre como lo siente Dios. ¿Y como ve y siente Dios la vida, el hombre y su conducta? (ya que no hay hombre sin conducta). Podremos “imaginarnos” con amor infinito, incondicional, pero un amor que amonesta (esta es la parte que no nos gusta) cuando nos portamos mal, pero al ser amor infinito, o sea incondicional, ese amor comprende también “comprender” sus limitaciones, los desvaríos, debilidades y desequilibrios humanos. Comprender, que es “contener”, con unas premisas, prescripciones y proscripciones para que el hombre pueda salir adelante, como pueda, y con Su ayuda, pero siempre dentro del amor, siempre como base y sustento de la vida, no como apriete deshumanizado, un Dios así no seria Dios, seria un demonio vestido de Dios.

El amor de Dios es incondicional, como te decía, porque no podría ser de otra manera. Un amor que amonesta amando, no para privarnos de nuestra libertad sino precisamente para hacernos libres, libres de esclavitudes internas, y para que por ellas, no esclavicemos a los demás.

El amor de Dios es incondicional, pero no tapa ni esconde, no consiente el mal que el hombre hace, no lo condena, simplemente porque no lo necesita, el hombre se condena solo.

El amor de Dios es incondicional, porque permite hasta el absurdo (según mí punto de vista humano) que se lo niegue, que se lo escupa en la cara, que se lo insulte con arrogante ignorancia y maldad. Un amor que lo lleva a perdonar aún cuando no podamos sentir arrepentimiento. Un amor que no hace alarde de su poder, no se baja para condenar, es infinitamente paciente, sabe esperar el juicio final para aplicar su misericordiosa justicia. Pero no juguemos con Dios, no juguemos con su amor infinito porque su justicia será justa al fin.

No hay comentarios.: