02 abril 2010

JUICIOS

Mucho se habla y mucho se insiste que no hay que juzgar a los demás, los creyentes dicen porque solo juzga Dios y los ateos porque juzgar a los demás es cosa de creyente, o sea un fundamentalista. Pero me perece que, (me parece nomás) que muchos no comprendemos bien que significa.

No se si es evidente pero es claro, que no está bien juzgar la vida y obra de los demás, pasando por encima de sus sentimientos, es decir, ignorando que le ocurre para actuar como actúa, o porque hace lo que hace, o porque no hacer lo que debe hacer. O ignoramos también porque piensa como piensa. El desconocimiento de “las causas” nos obligan a “no” juzgarlos, sencillamente, porque nos faltan elementos para llegar a un “veredicto”, finalidad de todo juicio.
Pero la premisa indiscutida de “no juzgar” que deplora que un “hombre juzgue a otro hombres”, sino que lo desprecie, el mal esta allí, en el desprecio que lo lleva a juzgarlo malamente.
Es, por otro lado, sumamente necesaria para no convertirnos en entes que actúan sin saber lo que está bien y lo que esta mal, (tan reflejado hoy en la sociedad) porque todo entra en el amplio campo de los puntos de vista y formas de ser.

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