03 febrero 2010

COHIBIRSE

Como te decía en un post anterior, que el mundo prejuicioso no soporta que le digan que está equivocado, y que tiene algunas etiquetas para endosarle a quien se atreve a intentar corregirlo. Hay una que omití  que es muy efectiva y sin ninguna duda se usa mucho, la de acusar diciendo que quien critica se cree un “ser superior”.

El método de defenderse atacando es más viejo que la humedad, (el mundo prejuiciosos siempre toma como acusaciones las correcciones) se ataca al "acusador" con la etiqueta de creerse un “ser superior” o “necio”.  Esto, evidentemente cohíbe, porque nadie quiere pasar por la vida como un ser soberbio y arrogante, ya que todos sabemos que superior al hombre solo es Dios (y el demonio), salvo que sea escéptico, en ese caso no viendo a Dios puede llegar a creerse él, un ser superior, pero aún así, a nadie le gusta pasar por soberbio.

Esta etiqueta por lo visto es muy efectiva de modo que el mundo prejuicioso guarda continuamente a silencio. Aquel que levanta la voz lo pensará dos veces en el futuro antes de abrir la boca. Se pondrá seguramente muchas excusas, que hay que ser comprensivos, tolerantes, que no hay que ser tajantes, que la verdad hay que decirla en forma atractiva, etc. etc. (lastima que la verdad nunca es atractiva para el verdadero necio).

Pero la realidad, es que no somos ni más ni menos de lo que se nos acusa, ni más ni menos que los acusadores, y los elogios o reproches no nos hacen mejores ni peores de lo que verdaderamente somos. Somos lo que somos, no lo que dicen que somos. Viendo la otra cara de la moneda, es sumamente importante tenerlos en cuenta, pero no para manejarnos externamente como veletas que van según corren los vientos, sino para discernir cuanto de verdad pueden contener, sin duda siempre contienen algo o mucho de verdad, sino creyéramos esto, nos estaríamos engañando sintiéndonos verdaderamente seres superiores. Pero de ninguna manera, podemos tomarlos como juicios infalibles que nos hagan retroceder automáticamente. De ser así estaríamos demostrándonos que somos buenos hijos de éste mundo prejuicioso, ya que lo que nos importa en definitiva es “no pasar por”, en lugar de “no ser como”. Dejaríamos de corregir pero interiormente seguimos siendo lo mismo.

Nadie me puede reprochar que no digo lo que pienso, lo que no se todavía si me conviene decir todo lo que pienso, porque, recordando un antiguo proverbio, que no recuerdo textualmente saco esta idea: Quien corrige a un sabio, el sabio quizás aprenda algo de él, pero el que corrige a un necio el necio se las verá con el.

A nadie nos gusta que nos corrijan, pero la acción de corregir no tiene porque verse como acusación, puede ser perfectamente “propuesta”. Ante una corrección externa el sabio se repone de su molestia inicial, considera y aprende, o no. Pero el necio siempre rechaza sin considerar y sin consideración hacia el que intenta corregirle, castigándolo con todo el peso que su capacidad le permita, mejor dicho, con todo el peso de su incapacidad.

No hay comentarios.: