09 febrero 2010

CAPRICHOS

Todos debemos tener experiencia de los primeros días de jardín de infantes. Cuanto sufre la mamá al ver el desprendimiento al que debe someter a su hijito, aunque sabe, y le reconforta la idea, de que pueda gracias a eso crecer y aprender a vivir su libertad.

Sin embargo, que poco lo entendemos siendo adultos cuando lo debemos aplicar a nosotros mismos, y desprendernos de nuestros apegos insustanciales que no sirven y nos limitan el crecimiento y la libertad.

Los papás están para “obligarnos” sino, no crecemos, pero cuando ya no nos pueden obligar no es para que vivamos una libertad “liviana” porque nos esclavizarnos aún más a nuestros propios caprichos ya no tan infantiles, porque pueden hacer mucho daño.

Este ejemplo -del “sometimiento” infantil a la “obligación” de adaptarse a la nueva realidad del jardín-, nos introduce en tres temas esenciales para la vida:

la importancia de asumir las propias responsabilidades,
la importancia de vivir feliz en la obediencia
la importancia de conocer nuestra psicología y temperamento.

Me detengo, para ir terminando, en el último punto: cada persona interpreta la realidad y las palabras según su psicología y temperamento. Me parece que, quien ve en el sometimiento a las obligaciones impuestas por otros un acto de intolerancia, es precisamente -y paradójicamente- un ser intolerante, porque no tiene otra forma de ver la realidad.

El “sometimiento” a una “obligación” que nos viene de afuera de nosotros mismos, un deber o norma, no tiene porque verse necesariamente como una imposición intolerante. Si puede ser imposición, pero no necesariamente deba ser intolerante. Ya que, como en el caso del ejemplo, depende de la mamá que someta a su hijo con amor y gradualmente, con tolerancia; o que lo haga con total brutalidad.

No hay comentarios.: