10 febrero 2010

ARMONIA

Según entiendo y observo;

Una obra de arte es tal cuando esta en la “verdad”, estar en la “verdad” no debe interpretarse como ser o creerse dueño, sino acorde a ella. La verdad esta relacionada con el bien, en el caso del arte con la belleza. La belleza del bien, el bien de la belleza.
Lo más alejado de la verdad después de la mentira, es la desarmonía. Que es una forma de mentira. La armonía se da en el equilibrio entre opuestos. Los opuestos son valores complementarios, no contrarios. Los contrarios no son valores, no valen nada, pero no son indiferentes a la verdad porque realizan su labor destructora de armonías. Por ejemplo:
La verdad nos dice que la exigencia, el deber, la obligación, el sometimiento a una norma o regla, es buena porque nos permite crecer. Nos dice que al ajustarnos a algo externo a nosotros mismos evitamos caer en caprichos, en deseos insustanciales, en el veletismo de cambiar de posición según corren los vientos, de convertirnos en una especie de flanes ambulantes. Pero la verdad también nos dice que no es verdad cuando faltan los opuestos: tolerancia, comprensión de las propias capacidades de cada uno, cariño, buenos sentimientos... una valores sin opuestos se desequilibran y la exigencia pasa a ser rigidez, y nada más alejado de la verdad, del bien y la belleza que la dureza, como en el arte la falta de ritmo y soltura.

A verdad no hace libres porque es armonía, pero es verdad si es integral, con opuestos incluidos. La verdad es una obra de arte, y una obra de arte necesita soltura, ritmo, espontaneidad, vibración expresiva, la manifestación de los sentimientos mas íntimos, sin estos condimentos carecería de vida. Pero sin estructura, sin reglas, ni normas que la sustenten, una obra donde nada dependa de nada, todo esté suelto, sin conexión ni intereses mutuos, no seria obra de arte, carecería de unidad, seria quizás una obra muy expresiva, incluso interesante, pero no arte.

En lo que respecta a la verdad y su puesta en duda, la humanidad ha pasado de respirar y vivir en un ambiente rígido, regido por reglas de comportamiento, de moral, en el que el deber era todo, donde apenas se tenían en cuenta los sentimientos, un sometimiento a rajatabla, inflexible, en el que se vivía con un corsé casi asfixiante a un ambiente ligero, en el que nada esta sujeto a nada, donde la regla y la norma, lo “normal”, es mala palabra, donde nadie exige nada a nadie, en un ambiente así nos morimos por exceso. O nos matamos unos a otros. O por lo menos nos lastimamos.

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