13 enero 2010

IDEAL

Según entiendo y observo;

Es importante tener claro que, el mundo de las ideas –las hipótesis, teorías y opiniones- y la realidad práctica están en dos planos diferentes y profundamente conectados. Un mundo sostenido por ideas violentas es necesariamente un mundo violento. Y unas ideas que fomenten el odio no lleva a un mundo de progreso, civilizado, por más que éste se precie de tal y se pregone a los cuatro vientos paz y tolerancia.
Prueba de esto es la prédica constante de odio a los ricos por parte de los marxistas, odio a la autoridad por parte de los anarquistas y trotskistas, odio a los negros y judíos por los nazi-fascistas. Ideologias todas que han empepado la mentalidad de estos tiempos. Paro aquí no termina la cosa, abunda también otra forma de odio, mas sutil “el desprecio”. Desprecio a los pobres de parte de los ricos, a los poco inteligentes de parte de los intelectuales, a los de pocos recursos...en fin podría seguir enumerando.

Pero esta predica en el mundo de las ideas reflejadas en la sociedad, son vividas en general casi sin saberlo por la superficialidad en la que vivimos. Un mundo sostenido por ideas superficiales, por opiniones poco solventes.

Lo más delicado del mundo real que, por ser el mundo práctico, siempre estará un nivel más bajo que el de las ideas. Por eso hay que apuntar muy alto. Porque, por lógica, es más fácil mover el intelecto que la voluntad, para que éste obedezca sus coordenadas. Esta resistencia a obedecer al “intelecto” es la base de la incoherencia de vida.
Los ideales nobles están para vivirlos y no es bueno descartarlos por verlos utópicos. Porque de lo que se trata la vida no es de pretender ser perfectos, sino de “querer” serlo, asumiendo nuestras reales capacidades y ser en definitiva, lo menos imperfectos posibles. Hacer lo que se puede, pero no menos de lo que se puede.

Pero la clave del mal del mundo no está a éste nivel, aunque influye, sino cuando está más abajo del nivel de “flotación”, es decir cuando nuestra conducta directamente contradice la ideas que sostenemos. Cuando hablamos de solidaridad y somos unos tremendos egoístas, cuando hablamos de paz y amor y somos intolerantes, cuando hablamos de ética y somos más mentirosos que Judas. Y no nos importa, o nos da casi lo mismo conformándonos con que es así la realidad.

Todo esto puede ser acertado o no, pero si lo es, sirve en la medida que vos y yo -sin escondernos entre la multitud anónima que culpa siempre al otro- hacemos nuestro mea culpa y nos decidamos a caminar en serio.

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