02 diciembre 2009

DISCRIMINAR

Discriminar es un acto lógico, saludable y necesario de la vida en sociedad. Cuando dos alumnos se presentan a examen, aquel que aprueba es premiado y el que reprueba es discriminado. Por mucho que se queje, insulte a los profesores, recurra a la acusación de falta de respeto a sus derechos, la realidad es que reprobó y deberá hacer un esfuerzo mayor para la próxima vez si quiere ser recompensado.

Es verdad que muchas veces se reprueba, por una injusticia de parte de las autoridades, que hace que el reprobado –si verdaderamente se ha preparado- se sienta humillado y pisoteado en sus derechos, y quiere que se le considere su queja. En ese caso, es saludable la queja y es saludable que se respete su objeción. Pero de ahí, a pretender que toda reprobación es injusta hay un abismo.

Como tantas veces dije: Como nos fascinan los extremos!!!

La frivolidad o la superficialidad malsana, nos lleva a asimilar “discriminación” con “desprecio”. Y aunque pueden ir juntas en una persona despreciativa, no pueden verse como si fueran lo mismo.

Las conductas reprobables no tienen derecho al pataleo, aunque las personas que encarnan esas conductas deben ser tratadas con respeto.

Si no aprendemos a "separar" no podremos saber que significa “discriminar”.

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