17 noviembre 2009

ROBAR

Particularmente me parece, que hablar hoy de “bien común” no motiva a nadie. Creo que nos ubica en un terreno de generalidades donde no vemos, en definitiva, personas concretas. Es como pretender amar el bosque sin que importe el bien de los árboles.

Me parece mejor, mas fuerte y motivador hablar de “bien del otro”. Porque, de esta manera me da la impresión que dejamos en segundo lugar los propios intereses. Si esto lo lleváramos a la práctica y cada uno cuidara el bien del otro, tendríamos efectivamente a un montón de gente cuidando nuestros propios bienes, y no tendríamos que angustiarnos en soledad cuidando lo nuestro. Y se reflejaría en una vida social en paz.

Decir esto hoy, es utópico, sin embargo así se vivió por generaciones, ¿quien cerraba las puertas de sus casas con llave, y quien no dejaba la bicicleta afuera?
Conocemos el nombre: solidaridad. Aunque hoy lo entendemos diferente.

No me digas que es esencialmente un problema del progreso y las grandes ciudades. Es un problema "cultural".

La cultura liberal, que nos llevó a la subcultura del robo, entre otras subculturas.

La subcultura del robo es no robar porque no se puede, un “no se puede” que indica solo falta de oportunidad. O no se roba porque se tiene miedo de caer preso, o por vergüenza de ser descubierto. Nunca porque no se debe.
La subcultura del robo es la que justifica robar porque uno se siente robado, explotado o humillado. Es la que justifica robar porque se roba a los “ricos”, que no lo sienten, o se recuperan fácil.
Es la que justifica robar porque sino se lo roba otro.
La subcultura del robo es la que nos lleva a “perdonarnos” porque le robamos a un ladrón, porque damos por hecho que todos son ladrones.
La subcultura del robo es la que nos lleva a tener vergüenza de ser decentes, y no decir nada cuando nos están cobrando de menos. O lo que es peor, cuando nos ponemos contentos cuando se equivocan y nos dan demás.
La subcultura del robo es la que hace que no le damos ninguna importancia a llevarnos un vaso largo de un boliche, unos cubiertos de un restaurante, una revista de un consultorio, o una golosinas cuando se da vuelta un quiosquero.
La subcultura del robo nos lleva a contarle a los amigos lo que nos robamos como si fuera una gracia.
La subcultura del robo nos lleva a sentirnos unos bolú si no aprovechamos las “oportunidades”

Lo peor, que todo parece indicar que las nuevas generaciones no están dispuestas a revertir esta tendencia, porque se han hecho a la idea, que distraerse algunas cosas en momentos puntuales no es ser ladrón, sino un piola. Sin embargo es evidente que, aunque no lleguemos a ladrones “profesionales”, esta conducta nos mal predispone, porque nos despierta el gustito, y nos inclina a la facilidad de conseguir por izquierda lo que por derecha daría trabajo.

Si pudieran los jovenes de hoy en adelante darnos ejemplo, y superar éste vicio infame, absteniéndose de lo ajeno (de lo que se presenta al alcance de la mano, sea poco o mucho) harían mucho bien, dejando un contundente precedente para las futuras generaciones, construyendo a partir de “ahora” un futuro con menos corruptos en el poder, y menos gente que se queje inútilmente.

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