14 noviembre 2009

BONACHONES

Según entiendo y observo:

El equipo que sale a la cancha solo a defenderse puede ser que no pierda, pero es difícil que gane.

Nos han inculcado tanto que una actitud atacante u ofensiva es siempre intolerante y que creemos que cualquier intento de toma de control es siempre antidemocrático y autoritario, que los que queremos vivir en paz nos hemos ido replegando hasta hacernos hoy extremadamente inofensivos.

Con esta mentalidad los que salen ganando son los delincuentes. Si tuviera que hacer una línea divisoria pondría de un lado las personas de buenos sentimientos -la gran mayoría- y por otro la minoría que se alimenta de malos sentimientos. De odios, de sed de venganza.

Las personas dominadas por los malos sentimientos no quieren el bien, ni la paz, (aunque la pregonen con la lengua), gozan con venganzas. Son los que no les importa utilizar cualquier métodos violento con tal de salirse con la suya. Hieren, ofenden, lastiman, llevados por odios ancestrales.

¿Cuando tomaremos conciencia? Que la culpa no la tiene el chancho sino del que le da de comer. De aquellos que lo dejan crecer hasta convertirse en una bestia imparable.
Hoy pretendemos ingenuamente que el ladrón no robe, que el injusto haga justicia.

Creo que es más efectivo poner todas las energías en los hombres del mañana, para que no se repita la historia. Los delincuentes del poder de hoy salieron y crecieron al amparo de la inoperancia de los buenos de ayer, mejor dicho de los bonachones de ayer.

Los bonachones son parecidos a los buenos, pueden ser muy alegres, muy comprensivos, muy cariñosos pero también totalmente inoperantes.
Pongo un solo ejemplo de bondad mal entendida: recuerdo una vez un reportaje que vi por televisión, a una mujer famosa. Famosa por vedette, por también por su vida ligera, una mujer muy liberal como te imaginarás. En un momento del reportaje se le enternecieron los ojos hablando de su padre, dijo algo más o menos así: era muy bueno, siempre alegre, jamás criticaba a nadie.  Hasta ahí iba bien, lástima que remató:  me dejó hacer de todo.

Los buenos, no es que lo busquen, pero a veces tiene que molestar, ser antipáticos por insistentes, desagradar en algo, (poner incomodo al defensor)  tener una actitud de avance, de “ataque” (aunque la prudencia le indique también retroceder, pero para volver a atacar), porque hay que saber que si el bien no avanza, avanza el mal hasta tomar el control de todo el campo.

Tenemos si, que amar la libertad como el bien mas preciado, tolerar a todos, ser buenos, alegres y divertidos, nada intolerantes, pero en el contexto donde deben estar ubicadas estas virtudes.

Termino con el comentario de un querido amigo:

Como siempre, las virtudes se consolidan con la verdad. No se es bueno por permitir hacer de todo, sino por ayudar al otro a ser bueno, y para eso hay que comunicarse por medio del lenguaje que entiende.
El equilibrio lo impone la virtud de la templanza, que modera el reto para no soltar el indio.

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