11 noviembre 2009

AMOR

Cuando aprendemos a amar, en el corazón ya no hay lugar para resentimientos, broncas o iras, porque la alegría y la felicidad ocupan su lugar. Pero comienza una nueva batalla que emprender: aprender a convivir con el dolor, puesto que, aquello que antes nos enojaba, ahora nos hace sufrir. Por el mal que se hace y el mal que hacen.
Pero no se deja por esto de ser feliz, porque el dolor es de amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si me permite, quizas cuando amamos vemos satisfechas nuestras necesidades (algunas, cientas, miles).
Tal vez las batallas o guerras se produzcan en estos casos cuando no interpretamos que lo unico que pretendemos es poseer. Las poseciones necesariamente conllevan a una inestabilidad emocional ( en estos casos) imposibles de subsanar. Cuando aprendemos a no poseer o dominar no hay lugar para batallas.

Guillermo Pena dijo...

Estimado anónimo; según entiendo y observo cuando amamos buscamos siempre satisfacer nuestras necesidades, pero cuando la satisfacción personal es el único fin de nuestro amor las necesidades se acrecientan, y la insatisfacción se profundiza, solo el amor desinteresado nos vuelve con forma de necesidad plenamente satisfecha.

gracias por tu comentario