12 septiembre 2009

EXPLICACION

Según entiendo y observo:

Hay una necesidad muy poco tenida en cuenta y es la de recibir explicaciones. Esta necesidad viene a partir del momento en que alguien nos desconcierta, de alguna manera nos defraudada. Porque esperábamos otra respuesta de la recibida con su conducta.

Hay un defecto propio en éste desconcierto que nos es perjudicial, y es la de esperar mas de lo que el “otro” puede dar, son las falsas expectativas, mas subjetivas que objetivas, mas idealistas que reales.
No me refiero a aquellas que provienen de expectativas razonables, sino de aquellas cuya respuesta es inferior a ellas. Por ejemplo: de un hijo se espera que estudie, esta es una expectativa razonable. Una falsa expectativa e idealista seria esperar un diez cuando por su capacidad y disposición no da mas que para un siete. El desconcierto razonable es cuando éste hijo del que esperamos un siete se saca un dos. En éste caso es lógico y natural sentir la necesidad de recibir un explicación, y pedirla.

Dar explicación es un deber que tenemos todos hacia aquel o aquellos que tenemos alguna responsabilidad u obligación de respuesta. Por eso la falta de responsabilidad (falta de conciencia del deber) lleva a descuidar éste detalle tan importante para las relaciones humanas. El que se sintió afectado necesita y le corresponde que el que dañó su confianza la repare. La disculpa es un buen comienzo pero no soluciona el desconcierto. Pero tampoco sirve explicaciones que solo se dan para justificarse, porque casi siempre se notan, porque se usa siempre el mismo truco, de echarle la culpa a los demás o a las circunstancias, o lo que es peor de rebote al mismo que pide explicación.

Sí queda claro, que la justificación denota siempre falta de sinceridad. Y dar sinceras explicaciones, es una demostración de respeto a quien se lo merece. La contrapartida seria la de aprender a callar cuando se nos pide explicación, pero acusando. Ya que en éste caso no es entender lo que se busca, sino el de hacer un cuestionamiento, que lleva implícito el deseos de desahogo, quizás de una bronca.
O porque para la otra persona ya es “cosa juzgada”, su propio juicio le es suficiente, Este es el caso típico del que padece el “síndrome” de soberbia.
Por eso nos ayudaría saber detectar cuando conviene hablar y cuando no: se aplicaría el viejo refrán “no aclares porque oscurece”.

A modo de síntesis te diría : La soberbia cuando esta del lado del que debería explicar: no pide perdón, no da explicaciones. Se justifica. Y cuando esta del otro lado, no pide explicación. Las exige acusando.

También puedo agregar la falta de explicación como una deficiencia de algunas personas que son consideradas buenas, aquellas que creen que dar explicaciones es como excusarse, y para no justificarse
no explican las lagunas que crean en los demás, quizás sin advertirlo,

creen que dar explicación - mas cuando no se la piden- de su conducta es algo así como mostrar cierta debilidad de carácter o complicación. Porque en ese necesidad de aclarar ven un signo de inseguridad. Y cierran el “caso” con un “no tengo nada que decir porque actúo con recta consciencia”
Este tipo de actitudes generan como mínimo cierta frialdad en las relaciones. No es algo que esté mal, pero tampoco aporta nada. El dar explicaciones acerca las partes, algo así como quien pasa frente a un mendigo que le pide unas monedas y parcamente le responde no tengo, dejando al mendigo quizás con la triste sensación de soledad o en cambio, tenemos aquel que, si no tiene una monedas para darle, le responde igual con un “no tengo” y le pide disculpas y le explica que se las acaba de dar todas al que le cuidó “espontáneamente” el auto, que si tuviera con gusto se las daría. Posiblemente sea un poco exagerada la respuesta de segundo pero ¿no es verdad que lo sentimos mas calido y humano? Seguramente al mendigo le pasaría lo mismo.

Lo que no entiendo muy bien es, de nos sirve justificarnos. Si al fin de cuentas, no somos mas que “hombres” de la que se esperan cosas buenas, pero por experiencia a veces no esperamos demasiado. Porque la realidad es que somos de barro (aunque a veces parecemos de madera o de piedra). Y aunque tengamos el deseos de portarnos bien, hacemos macanas.

La sencillez y la humildad, son cualidades que hacen mas humano en quien las posee, y mas humano a quien se le acerca.

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