12 agosto 2009

AUTENTICIDAD

Es palpable que a todos nos “gusta” y “procuramos siempre” mostrar nuestra mejor cara a los demás, comúnmente la cara que mostramos es aquella que es mejor aceptada en el ambiente en que nos movemos.

Es también una realidad que solemos ocultar nuestros defectos, confusiones, angustias, desconciertos, salvo en los contados casos en los que tenemos mucha confianza con alguien, Y si no lo mostramos, nos desagrada que los demás las perciban. Y procuramos mostrar a los demás una seguridad que en realidad no tenemos, porque estamos llenos de dudas y miedos.

Cuantas justificaciones nos surgen espontáneamente, para desmentir ese detalle “desagradable” sobre nuestra persona, cuando nos lo hacen notar! Pero, a pesar de nuestros esfuerzos por ocultarlos, incluso con cierto éxito, tarde o temprano, en una ocasión u otra, siempre salen a la luz y se notan.

Pero esto no es lo peor. Lo peor es que lleguemos a ocultarlo tan bien que no salga nunca a la luz, siendo unos hipócritas de primera, manteniéndonos en la curda floja de que alguna vez se destape la hoya y salga todo de golpe, lo que con tanto esfuerzo hemos ocultado.

Este es el momento crucial y desmoralizador para cualquier observante honesto: cuando esa persona “digna” se cae de golpe, terminando en esos escándalos de novela, pero en la cruda realidad.

Somos tan extraños los hombres, que esfuerzos que hacemos por mostrar una imagen de “impecabilidad”.

Pero no vayamos a confundir que éste actitud, nos da argumentos para vivir desvergonzadamente mostrando nuestra desnudez a cualquiera.
Es humano y sano cuidar nuestra intimidad para preservarla de posibles miradas malsanas.

De lo que se trata, al igual que cuando nos vestimos, -siempre que no nos vistamos como mujeres siendo hombres- es de guardar sin falsear lo que somos.

En la vida, siempre se da el delicado juego del equilibrio, y en éste caso, entre ser causa de estímulos positivos o negativos, no cabe duda que es mejor dar siempre positivo. Pero, lo bueno es que sea autentico y no algo a fuerza de apariencias. Aunque no podemos dejar de reconocer que nos viene muy bien en éste caso, para justificar nuestras actitudes y seguir en la nuestra, que “lo mejor es enemigo de lo bueno”.

No hay comentarios.: