05 marzo 2009

CRONICAS HUMANOIDES

Ficción

Aún en los contextos más negativos siempre hay hechos positivos, es más, son precisamente los contextos negativos los que permiten agudizar la creatividad para producir los cambios que se necesitan.
El contexto cultural -de la anticultura heredada- de comienzos del siglo XXI se comenzó a gestar un movimiento altamente positivo, de características únicas para ese tiempo decadente.

Pero fue a mediados del siglo XXI cuando se empezó a notar los primeros síntomas de éste cambio cultural.
Un gran esfuerzo debieron hacer estos primeros, había que reconstruir tres siglos de mentiras* que tejieron los liberales*.
A causa de esto, los jovenes de entonces –estamos hablando de las dos primeras décadas del siglo XXI- ya no creían en nada. Y si creían en algo, se mantenían en la desconfianza, como una duda metódica. Es que habían sido engañados tantas veces!
Pero fueron dejando lentamente la estupita y envejecida lucha generacional y empezaron a unir fuerzas con los pocos viejos que le parecían creíbles, mas por sus conductas que por sus palabras. Y unieron fuerzas.
Estos pocos viejos fueron despertando en aquella juventud masificada los grandes ideales que sus espíritus escondían por temor. Después de reconstruirles las esperanzas, los ideales afloraron y la motivación reapareció como desde las cenizas, y empezaron a intentar confiar de nuevo, aunque lógicamente con extrema cautela y mucho tiempo. Y a estudiar lo que aprendían, y discernir lo que asimilaban para no ser engañados nuevamente.

Asqueados de tantas mentiras* se lanzaron a hacer algo muy simple: se propusieron no mentir nunca y por ninguna causa, reconocer un error cuando lo advertían, y reconocer cuando se les escapaba una mentira. Y lo mas importante quizás, no avergonzarse por esto, sino todo lo contario, sentíardse sanos al reconocerlo.
Se fue formando así una sociedad maravillosa y pacifica que terminó revolucionando las estructuras del poder, mejor dicho del mal uso del poder, y de toda una sociedad indiferente. La mayoría de los individuos de aquella época no advirtieron éste cambio, ni se lo imaginaban, (bueno, la falta de imaginación aplicada a la creatividad no era una de las cualidades de los frívolo sapiens. La aplicaban si, a otras cosas, que conocía con este termino: ratoneo).
Estos -los frívolo sapiens- ante los problemas inminentes (eran solo los que veían), apenas podían pensar en términos de recetas o restauración, traer al presente las recetas que sirvieron en el pasado, caducadas por el paso del tiempo y por nostálgicos recuerdos de un pasado mejor. Eran incapaces de imaginar un mundo fuera de un sistema liberal* como el que se conocía. Un liberalismo* envejecido que en su desesperado afán de promover la libertad absoluta habían llevado a la humanidad a ser absolutamente esclavos de la mentira.
Pero aquí dejo, prometí en el enunciado hablar solo de un aspecto positivo.

Estos nuevos jovenes comenzaron a valorar el significado de las palabras, desde su raíz. Conocer sus contenidos, sus relaciones e implicancias. Lo que cada cosa significa en su relación con la realidad objetiva y no como la fomentó el liberalismo idealista. Volvieron a formular teorías, producto de la experiencia de la historia. Y a conocer la diferencia entre teoría e hipótesis. Teorías que había dejado de lado el pragmatismo liberal*.
Y a redescubrir lo sencillo y olvidado:
Que un bien conduce al bien y un mal conduce al mal. Que un mal que se presenta como un bien, no conduce al bien, sino al mal. Y que, por las consecuencias malas, se descubre también el autentico bien.
Estos pocos nuevos jovenes redescubrieron con el tiempo la diferencia entre ideas de fondo y de forma, entre las permanentes que nunca deben cambiar y las ideas transitorias, que si deben cambiar.

*Aclaro
No me refiero solo al liberalismo político, comúnmente llamado “de derecha”, sino a toda forma de liberalismo absoluto, en todas sus formas, movimientos y significancia.
Cuando hablo de mentira no estoy juzgando a todos de mentirosos, ni de mentir, la mentira es objetiva la presunción de que se miente es subjetiva, se puede por error decir una mentira y se puede mentir a sabiendas.

Escrito por Tomás Tierra
Diciembre del 2308

1 comentario:

Anónimo dijo...

En ocaciones, necesitamos vivir en fantasia y creer que se puede cambiar!