Guillermo Pena de todo un poco

SENTIDO ARTISTICO   

El tema / El empeño sostenido / El apasionamiento

Encontrarle el sentido artístico a las cosas es verdaderamente una tarea apasionante, normalmente se suele creer que en las cosas esta su sentido y por eso cuando no nos apasionan solemos adjudicarles el mote de aburridas, no se nos ocurre pensar que esta en nosotros el secreto de sentirnos apasionados por las cosas, es verdad que no todo lo que existe es para apasionase, a nadie se le puede ocurrir estar apasionado con pasarse horas a lado de un amigo enfermo, por ejemplo. Pero, si aprendemos a ver y sentir la realidad de otra manera aún en esos casos podemos encontrar gran satisfacción en hacerlo.
Uno de los problemas del artista es encontrar el tema de elección, busca el tema que le inspire, que le apasione, y la verdad que seria justificable en alguien sin sentido artístico, pero se supone que aquel que tiene el don y lo ha desarrollado el tema no tendría que ser un problema, solo por su causa contraria: la dificultad e impotencia material de poder trasladar a la tela los cuadros pintados en su imaginación.
El apasionamiento de las cosas tiene que ver mucho mas con el ejercicio de años en profundizarlas. Uno de los problemas mayores y que mas cuesta hacer entender a los principiantes en el arte del dibujo es que no cambie de tema hasta haberlo agotado completamente. O haberse agotado completamente ante el. Si se deja, es para descansar y volver a insistir mas adelante con nuevos brios, pero jamás para dejarlos definitivamente. Ante la profundización del objeto de estudio pasa algo parecido a lo que ocurre con el ojo ante la oscuridad que parece total, a medida que las pupilas se dilatan, por necesidad, se empiezan a ver los detalles que al principio no se percibian.
Pasar rápidamente a otro tema porque aburre es lo mas fácil y la causa mas común. Y es porque no se ha pasado la etapa de convencerse que para que haya un gran apasionamiento debe haber antes un gran combate perseverante, los apasionamientos rápidos que llagan sin combate no solo se van con la misma fugacidad y fogosidad como vinieron sino que dejan siempre en el espíritu la triste sensación del vacío interior.