03 octubre 2012

SOBRE EL FASCISMO ARGENTINO

Escrito el 14 de Julio de 2011. Reeditado hoy, con agregado.

La realidad argentina de hoy está contaminada de fascismo. Esta realidad, no es más que la capitalización o la reactualización de una vieja y anquilosada herencia, que todos cuidamos celosamente, incluso inconscientemente.

El fascismo que nos caracteriza, especialmente en su esencia fanática, nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia y nos ha convertido en rivales permanentes e irreconciliables: azules y colorados, personalistas y antipersonalistas, peronistas-antiperonistas, derechistas e izquierdistas.

El fanatismo es incapaz de ver matices, es extremista.

Los personajes pasan, el anti permanece.
Es verdad el dicho que dice: dos no pelean si uno no quiere. Pero es realmente difícil sentirse atropellado y no reaccionar, y cada parte se siente atropellada por la otra y así se sigue consolidando nuestros antis.

El recurso de la no violencia, parece no ser el camino elegido por los argentinos.

Tengo yo también, quizás por esta herencia fascista mis propis fanatismos, por más que me propongo no reaccionar me subleva la intolerancia de los antis a mis ideas y sale de mí una reacción violencia igual.

La intolerancia tiene muchas formas y no siempre es directa, el no reconocimiento de los propios errores y la justificación permanente de lo injustificable puede provocar la exaltación intolerante hasta de un ser que desea ser pacifico. Y tiene que arrepentirse una y mil veces por la violencia que sale de él.

Mientras el cambio no se de en mi y en vos, la realidad argentina no cambiará para bien. No esperes nada del “nosotros”, es la mejor forma de diluir responsabilidades.
La historia argentina cambiará verdaderamente cuando eliminemos a todos los rivales por mirarlos como argentinos y hermanos, sin excusas. Incluyendo a los que no les importa sus hermanos y los que -perdón- se cagan en la argentina.

Ha pasado más de un año desde que escribí lo anterior, y sospecho que podrán pasar cien.
Si me permiten, me parece paradójicamente notable que éste pais, que se ha hecho tan liberal y de "avanzada" en estos últimos tiempos, sea a su vez tan conservador en ciertas cosas. Todo cambia –decimos- y sin embargo somos tan tradicionales en algunas cosas... hay cosas que mantenemos de generación en generación con extrema "pulcritud".
Mucho se insiste en que hay que evolucionar, abriéndonos a todos los cambios culturales que “exigen los tiempos modernos”, que debemos dejar paso a nuevas maneras de ver y de actuar.
Propugnamos todos los cambios menos los que nos reportan trabajo.
Repetimos la historia permanentemente, ahora medio país, o más, esta contra Cristina, y muchos de ese medio país pide que se vaya o que se vayan todos, y si pudiera los rajaria a patadas en el culo la misma noche de las caserolas, llevados por un común ataque de romántico “patriotismo”.
Es verdad que hay mucha disconformidad, me incluyo, pero de ahí a sumarnos a un fascismo colectivo opuesto, no hay ninguna diferencia con lo que estamos cuestionando.
La lucha pasa por otro lado, por un cambio de conducta en serio, Hablar es muy fácil, protestar en masa más fácil todavía, ya que solo basta gritar o golpear las cacerolas.
El viejo refrán “Dios los cría y ellos se juntan” tiene actualidad, después de todo los espíritus afines siempre se atraen. Quien no ve hoy el salvajismo político y la grosería moral que ejerce el gobierno no pude ser otra cosa que un salvaje igual, que actuaría igual en iguales circunstancias.
Y si lo ve y lo aprueba, es con todas las letras un cobarde e indigno argentino. Pero no la sacaremos tan barata los que repudiemos este tipo de conducta tan antidemocrática, también somos salvaje si mientras nos escandalizamos queremos destruirlos con iguales métodos.

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