04 octubre 2012

PAPELONES

Todo hombre o mujer pública, puede hacer alguna vez un gran papelón.
El que hace un gran papalón y es descubierto, normalmente siente una gran vergüenza. Ponerse colorado y “desaparecer” es una pequeña muestras de ser -a pesar del desliz- una persona con cierta dignidad. Por el contrario, el que hace un gran papalón y aparentemente no lo registra, porque sigue adelante como si nada, y muy lejos de estar avergonzado hasta llegar a fanfarronear, muestra claramente también su condición en su “cara de piedra”.

No solo entre los hombre públicos existen los cara de piedra. En el gran abanico de las realidades humanas podemos encontrar dos especimenes de cara de piedra. Los cara de piedra bruta y los cara de piedra pulida. Pareciera que los dos no han salido de la prehistoria.
Los primeros, los brutos, los sin pulir, los rudimentarios son esos que ante el propio papelón, lo hacen con tanta naturalidad que ni se dan cuenta, y siguen en su torpeza cometiendo papelones continuamente. Los segundos en cambio, son más instruidos, e incluso inteligentes, saben bien lo que hicieron, pero fingen no saberlo, y siguen adelante hipócritamente para convencer a que para nada cometió el papelón que se le adjudica, es más, carga las tintas sobre los que lo miran, le echan la culpa a la mala intención y distorsionada mirada de los que lo contemplan. Solo los cara de piedra, bruta y los cara de piedra pulida se pueden solidarizar con él.

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