Hace apenas un siglo, los artistas -sujetos sensibles y creativos, quizás por eso algo proféticos- percibieron nuevos aires en la atmósfera cultural de aquellos tiempos, llevados por esa correcta aunque difusa intuición, entendieron que en el mundo del futuro todo seria arte, esto llevó a muchos, a mi modo de ver, a exagerar un poco convenciéndose de estar viendo arte donde no lo hay. Así como creyeron también que lo único saludable era el cambio continuo en todo.
Después de un siglo, creo que podemos ver hoy con un poco más de claridad lo que aquellos percibieron a tientas, y estimar que el arte está llamado a trascender las fronteras del propio arte, no porque todo fuera a ser arte, ni todo cambio positivo, sino porque el arte es parte de las cuestiones fundamentales de la vida, aquellas que no cambian con el tiempo, no caducan, no están sujetas a modas, que están enraizadas en la naturaleza misma de las cosas y son los cimientos de la cultura y las sociedades. Y siendo verdad que nada se sostiene sin fundamentos, también es verdad que todo lo demás, es saludable que cambie, se renueve, se actualice, se modernice, para encontrar nuevos caminos.
Texto escrito con motivo de mi próxima muestra de pintura, del mes de julio.
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