28 mayo 2012

IDENTIDAD

Hay dos cosas para mi sumamente graves en la sociedad actual, graves en si mismas y más grave aún por permanecer subterráneamente en la conciencia colectiva, es la utilización de la mentira como recurso habitual y normal y la perdida de identidad individual.

Quien sale de su casa para ir hacia algún lugar, necesariamente debe registrar el camino para saber como regresar. Quien pierde su identidad es como aquel que, por entretenerse demasiado tiempo en su buen pasar se olvidó que tenia un hogar, el lugar de su pertenecía. Aunque sepa su nombre y su apellido, y tenga un documento que lo identifique, perdió lo más importante, el sentido de pertenecer.

En siglos pasados se luchaba contra el analfabetismo, y salir de el era relativamente fácil, solo se necesitaba aprender a leer y escribir. Muchos, aunque eran analfabetos, sin embargo tenían identidad. Las familias trasmitían sus valores a las nuevas generaciones en forma natural. Todos sabían, gracias a las conversaciones familiares de donde venían, quienes eran sus antepasados. La historia de su familia. La familia tradicional -mala palabra para la “cultura” actual, moldeadora de conciencias- con toda naturalidad despertaba a las nuevas generaciones el interés por el saber, eran poco prácticos, según el sentir de hoy, no se preguntaban ¿para que me sirve saber esto? Simplemente oían los relatos de sus padres, tios y abuelos porque tenian despierta la curiosidad y el deseo de saber, de preguntar, de indagar. Y así iban conociendo también las realidades periféricas de su familia. ¿De que se habla hoy en casa?

En este realidad los mayores sentían la responsabilidad de ser trasmisores de valores, de formar a las nuevas generaciones.

La deformación cultural se dio precisamente cuando se atacó al sentido de formación por verse como una violación de la libertad individual.

Las consecuencias negativas de esta idea es hoy evidente, cuando los individuos dejan de formarse pierden su identidad y son fácilmente manipulables. Un individuo no formado es un individuo fácilmente moldeado, porque, quien no sabe la verdad sobre la existencia huamana, fácilmente puede creer en algo que es mentira y le hace daño y terminar convertido en cualquier cosa.

Cuando se logra vaciar de contenido a los individuos, la cultura deja de ser cultura para ser solo una cáscara, pura apariencia, y los individuos vacios de si mismos se llenan con cualquier cosa que les de un poco de satisfacción, donde nada vale más que si mismo y sus propoios sentimientos, o los sentimientos ajenos hasta el puunto de ver ver bien cualquier opción de vida aunque sea la de vivir prostituidos.

La pureza del lenguaje, fundamental para saber la verdad y encontrar entendimiento entre los hombres, está hoy ensuciada, desdibujada hasta limites absurdos. En una cultura real cada palabra sintetiza un concepto, cada palabra tiene su propio significado y sus propios matices, los matices enriquecen cada palabra. Ante nuevas realidades una cultura verdadera enriquece su vocabulario creando nuevas palabras para definir nuevas realidades.  Ahora bien, ¿que ocurre en las falsas culturas, culturas mentirosas? ante nuevas realidades se mantienen los mismas palabras ampliando sus significados, y así con las mismas palabras se designan realidades muy diferentes como si se tratara de simples matices, convirtiendo todo, en un todo vale, todo es lo mismo, todo es igual.

No puedo decir que hoy el mundo sufre de analfabetismo, porque esa palabra designa otra realidad, pero había que crear una palabra nueva para ésta especie de analfabetismo que habría que combatir.

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