26 octubre 2010

VANIDAD

¿Que hombre puede conocer a Dios? ¿Quien ha explorado más allá del universo material? ¿ Quien puede conocer que hay Dios, o los designios de Dios, o la voluntad de Dios sobre los hombres?

Nadie, absolutamente nadie si Dios no le hubiera dado al hombre la intuición de su existencia, si no le hubiera dado afán de encontrar la plenitud, o la necesidad absoluta de sentirse seguro. Nadie, si Dios no hubiera dado a algunos una sabiduría mayor, una visión especial, una certeza profunda. Si no hubiera enviado a nadie a contar de él.

Entiendo y observo que aún con Dios se puede vivir confundido, pero observo también que sin Dios la confusión es irremediablemente absoluta.

Porque nuestros pensamientos son indecisos, y nuestras reflexiones precarias, porque nuestro cuerpo corruptible pesa sobre el alma y oprime nuestra mente con infinidad de preocupaciones, de inquietudes y ansiedades. Observo que nos cuesta discernir sobre lo que hay sobre lo visible y lo que está frente a nuestros ojos. Y si lo que está a nuestro alcance lo conseguimos con esfuerzo, como podemos llegar a conocer del más allá sin alguien y sin algo del otro “lado” que se llegue hasta nosotros.

Del más allá nos llega la sabiduría de Dios, la palabra que previene y endereza los caminos tortuosos, De él aprendemos lo que le agrada y nos hace felices. Pero también del más allá nos vienen voces extrañas, que se mezclan y nos hacen confundir, e incluso caer en el peor de los errores, que es negar toda existencia de un mundo o universo espiritual por reducirlo a simples operaciones psicológicas o casos de enfermedades psíquicas.

El hombre orgulloso, enamorado de si mismo, enamorado de sus pensamientos, no soporta verse tratado inferior. No cree que sus pensamientos sean precarios ni sus reflexiones superficiales, puede cree incluso ser un iluminado, convencido de abarcarlo todo. Si no no fuera así, no se irritaría ante la idea de algo que no puede abarcar y prefiere negar antes que admitir su inferioridad.

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