29 abril 2010

ARGUMENTOS

Según entiendo y observo:

Los argumentos débiles no se vencen con argumentos fuertes sino con preguntas.
Es difícil que de buenas a primeras uno reconozca que esta equivocado, el amor propio y el cuidado exagerado de la imagen pueden más en la mayoría de los casos. Cuando se desea rebatir un argumento débil no sirven ni las mejores explicaciones, porque el problema pasa por otro lado, por la mala disposición.
Lo mejor forma para mí es encarar la conversación al estilo Sócrates, preguntando sobre los mismos argumentos que se esgrimen, porque de esta manera se obliga a salir de la cómoda superficie sofistica. Cuando ya no se sabe que decir, el resultado puede ser variado. Si es sincero, recocerá su error y superficialidad, (no se suele dar con frecuencia), o se opta por callar. O terminar la conversación moviendo sutilmente el tablero para que se caigan todas las fichas y salir airosos sin perder: enojándose y acusando al otro de patear el tablero.

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