30 septiembre 2009

ESCEPTICISMO

No me cabe ninguna duda que hoy hay un monopolio cultural y es de signo relativista.
Hace ya unos cuantos siglos que el relativismo entró a la cancha como un equipo con aire triunfador. Dominó el juego prácticamente de entrada y ganó siempre.
Ganó mucho mas que un partido.
Pero el mayor merito de su triunfo, fue de un grupo de poder externo a el. Grupo de preción dentro de la interna de organización del campeonato, cuando comenzó a difundir una idea nueva, de avanzada: la idea liberal.
Esta idea pegó fuerte, y su estrategia de juego, netamente pragmática, fue altamente tentadora para casi todos:

Dijeron:

Queremos cambiar las reglas de juego. A partir de ahora, no habrá mas reglas preestablecidas, porque hemos descubierto que limitan la libertad de juego y la creatividad, apostemos a lo nuevo, ya que lo viejo ya lo conocemos y deja mucho que desear. Los principios permanentes comunes no han servido para gran cosa. A partir de ahora, a no ajustarse a nada fuera de lo que cada unos considere. Cada uno juegue como quiera, determine sus propios principios, sus propias reglas y a jugar con total libertad. No hay mas reglas generales. Son libres!!!!
Esta fue la idea mas apasionante y tentadora que aquellos jugadores, ávidos de lucimiento personal, habían escuchado en toda su vida. Era algo verdaderamente nuevo, ¿como no se les había ocurrido antes? Claro, carecían de las luces que los otros si tenían.
Algunas voces de protesta se escucharon a esta nueva forma de juego pero la pudieron contener aprovechándose de sus propia mentalidad tradicional de principios únicos. Además, fácil se los podía combatir. Fomentando el desprecio hacia ellos.

Lo que no advirtieron aquellos entusiastas jugadores la contradicción enorme que escondía esta estrategia, o si se dieron cuenta, lo disimularon muy bien, ya que la idea era tan fascinante que era una picardía desperdiciarla.
Se negaron los “principios preestablecidos generales” para “preestablecer” el “principio individual” de que cada unos haga el suyo. Quedando así “preestablecido” un “nuevo principio general preestablecido.”

Con el tiempo se descubrió que todos aquellos que están por debajo de los mas fuertes, de los mas inescrupulosos, pierden siempre quedando monopolizado de esta manera para siempre el triunfo en pocas manos, hasta que el escepticismo se generalizó. Logró máximo de la conquista liberal.

Saliendo de la analogía deportiva, el resultado en la realidad se da por la inevitable ley causa-efecto.
Si no existen principios generales preestablecidos, no existen verdad alguna a que atenerse y ajustarse. Así solo queda una cosa, orientar nuestra vida en base a lo que a cada uno nos parece mas acertado. Un “nos parece” en lugar de un “es”. Un convivir con el “mas o menos”, mas o menos definido, “mas o menos” nebulosos, nada certero, nada cierto. Sin creerle a nadie positivamente, dudando de todo y de todos.
En una sociedad escéptica de todo, la desilusión es inevitable.
Con una sociedad así, se puede hacer lo que se quiera, ya que, el individuo aislado y sin principios comunes, nada puede hacer por revertirla, porque por su desesperanza no tiene ya capacidad de reacción.

El triunfo del mal solo se da cuando el bien le deja lugar.
La esperanza no es propio de un espíritu ingenuo, es propio del que cree en la verdad y lucha contra toda esperanza por lo que cree.

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