15 septiembre 2009

HISTORIA

Según entiendo y observo:

En algún post anterior te decía que “entender” no significa “creer”, y entender algo no significa que ese “algo” exista, como tampoco determina que no exista.
La creencia es totalmente subjetiva, aunque aquello en lo que uno cree pueda ser real o imaginado. Aunque, aún creyendo en algo que es real o fue real, “que existe o existió”, solo conocemos siempre una parte y del resto se encarga comúnmente nuestra imaginación de llenar el hueco producido por nuestro desconocimiento. Son los famosos prejuicios.

Por eso, es muy importante que aquellas cosas que “no creemos” procuremos conocerlas, entendiéndolas siquiera. Y en lo que creemos, procuremos no conocer a medias. Puesto que de esta manera, conociendo integralmente e integradamente podamos inclinar la balanza hacia la certeza. Y creer solo en aquellas cosas que son dignas de crédito.

Pero el problema mayor no esta en saber con precisión absoluta si todas las cosas que conocemos son verdaderas o no, cosa por otro lado imposible, sino principalmente aquellas que son esenciales para nuestra vida, porque del conocimiento real, “veraz”, de estas cosas, depende la orientación, el sendero que nos conduce a la felicidad, obviamente no a la felicidad entendida como gozo y satisfacción pasajera.

De las cosas que tenemos oportunidad de conocer, muchas son de una casi total intrascendencia. De fuerte choque de dos micros repletos de personas podríamos decir que es un hecho trascendente, pero sin embargo no afecta en forma directa mas que a aquellos que están vinculados. En el sentido de lo que quiero remarcar, es un hecho intrascendente, porque es accidental y pasajero, que al poco tiempo no deja ya casi ningún rastro, aunque algunas de las personas sigan sufriendo de alguna manera sus consecuencias. Y de nada nos sirve, salvo para satisfacer la curiosidad del momento, saber los detalles del accidente. Pero conocer sobre “noticias viejas” es decir cosas de otras épocas pero que nos trascienden eso es lo importante.
El afán de novedad fomentado por nuestra cultura consumista, que nos a hecho creer a todos -en distinta mediada- que lo nuevo es lo bueno y lo viejo es malo, todo descartable, mucho mas si es viejo, anticuado y conservador es de una deformidad irracional enorme. Eso que provino de mentes iluminadas por la diosa razón.

Todos tenemos negaciones, en desigual medida y en distintos temas, y no nos disponemos positivamente a aprender. Esto tiene su raíz en que estamos convencidos, quizás inconsciente, que nunca vamos a aprender, o porque vemos que el material a conocer es enormemente superior a nuestra capacidad de recepción, o porque el material a conocer compromete nuestra vida y nos interpelaría.

Que importante seria para nuestra propia vida y la de la sociedad librarnos de esas esclavitudes, “nuestras propias esclavitudes” en la que voluntaria e inconcientemente nos hemos metido.
Por eso creo que el problema mayor radica en la “disposición interior” ante las cosas que implican una toma de posición existencial, un cambio de conducta. Las ideas se modificarían muy fácil si no fuera por esto.

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