27 julio 2009

BIENES

Si miramos bien, en la vida no hacemos otra cosa que ir detrás de los bienes, entre estos están aquellos que son de una mas alta dignidad, como los bienes afectivos.
La gran mayoría de los bienes que solemos conseguir, o ambicionar, son siempre relativos, “parciales”. No llenan nunca la totalidad de nuestras necesidades.

Los bienes absolutos, catalogados como ‘verdades absolutas”, son minoría y de otra dimensión. Podríamos decir que no entran en esta categoría de bienes comunes y naturales por los cuales todos nos movemos. Pero, aún siendo de otra dimensión, son estos valores (los absolutos) los que dan a los bienes comunes su verdadero sentido y propio valor.

La mala ciencia y las malas interpretaciones, hicieron que se asociaran las verdades absolutas exclusivamente con la visión religiosa, pero esta es una de las tantas confusiones de los intelectuales subjetivistas.

Los valores comunes y naturales, son siempre relativos, no porque su valor dependa de como los miremos, o de como opinemos. Porque aún siendo relativos, estos necesitan de elementos reales y fundamentos ciertos para que nuestro criterio sea acertado. Y auque exista la dificultad real de verificarlo, la verificabilidad no es el motivo o la causa de que algo sea lo que es, sino solo la posibilidad de demostrarlo.

Los valores comunes son relativos porque son parciales, es decir, porque su valor depende de las variables circunstanciales, de esta manera algo puede ser un bien para algo en ciertas circunstancias y un mal en otras, no depende de como se las mire, sino del resultado, de sus consecuencias. En éste sentido, pasa lo mismo que con los remedios, es preciso saber las “contraindicaciones” . Puesto que, en ciertas circunstancias un remedio, que sin ninguna duda esta para hacer el bien, se convierte casi automáticamente en un mal, cuando el que los ingiere padece de alguna afección que lo rechaza. Esto determina que un bien esta en relación con el logro del fin propuesto, o sea que cause un bien. Consecuencias buenas del “objeto” sobre el “sujeto”.

El relativismo* ve la realidad a la inversa, pone el carro delante del caballo, al considerar al “sujeto” como “objeto” (como “cosa”) y al “objeto” como “sujeto,” es decir como “señor” de todo pensamiento. De esta manera lo “subjetivo” lo ponen delante de lo “objetivo”, relativizando así la realidad, “si veo algo mal es mal y si lo veo bien es bien”.
Y aquellos elementos* que nos permiten saber, a “cualquiera”, el valor moral real de cada cosa, lo dejamos de lado para basarlo todo en un simple parecer.

*Aclaro:
Elementos que determinan el valor del acto: fin, medio, intencionalidad, circunstancia y consecuencia.
Relativismo: léase también racionalismo, positivismo, existencialismo, marxismo y un largo etcétera de filosofías complementarias liberales.

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