14 agosto 2012

NUEVOS AIRES PARA NUEVOS CAMINOS

Las revoluciones artísticas, como las revoluciones políticas cumplen en la historia la función de colocar en primer plano realidades preexistentes, pero hasta entonces sumergidas en la oscuridad o en la penumbra (comúnmente a raíz de la discriminación del último vencedor), toda revolución no es en suma, sino una rehabilitación actualizada de lo olvidado y postergado.

A grandes rasgos y en su máxima esencia, la humanidad ha estado marcada por dos grandes concepciones: una basada en las llamadas leyes naturales, que abarcan las leyes éticas y morales. Una concepción que parte de la idea de que dichas leyes subyacen en la propia esencia humana. La otra concepción, parte de la negación de las mismas, ubicando al ser humano en una atmósfera determinista, que dice que sus conceptos de bien y de mal solo están determinados por su entorno cultural y son el resultado del mismo.

Los ideólogos de esta última concepción, poderosos vencedores, momentáneos al fin, han creado y promocionado la cultura que hoy vivimos, y por todos los medios modernos a su alcance (acallando discriminadamente toda idea contraria) se han propuesto modificar al hombre aún en lo esencial, quizás como queriendo aplicar y demostrar la validez de la hipótesis, ya que de tener éxito quedaría demostrado no solo la validez de su postura sino la falacia de la concepción contraria.
Es justo decir, que en cierto sentido lo han logrado, el hombre de hoy ha cambiado esencialmente, todos los valores éticos y morales los a revertido, lo que ayer era tenido por malo y degenerado hoy es bueno y hasta envidiable. Pero un detalle muestra una falla significativa.
El mundo moderno hecho a su medida, está sumido hoy en la mayor angustia existencial de su historia. Yo opino que el motivo se encuentra en la misma esencia de la naturaleza humana, que sufre la violación, han trasgredido el orden natural y ella no perdona. Y aunque se la niegue y se insista en sentido contrario -como para querer levantar el ánimo- mostrando cuanto ha avanzado el mundo, la realidad muestra que solo lo ha hecho en dos campos, el tecnológico y el científico, y que solo alcanza a cubrir una partecita del mundo muy pequeña y con un bienestar limitado solo a lo material, porque el mundo globalizado se sigue debatiendo entre la pobreza de muchos y la extrema riqueza de unos pocos, en eso nada ha cambiado. Y la hipocresía, tan criticada “de antes”, hoy sigue más firme que nunca, con el agravante de la profunda desesperanza que se trasluce en la búsqueda desenfrenada por lograr un poco de satisfacción para un espíritu vacío y sediento de paz interior. Un mundo deprimido, donde los viejos no viven, ni mueren con paz en el alma, aunque sean multimillonarios y los jóvenes desesperanzados no ven más que un futuro oscuro, debatiéndose tantos entre el sexo, la droga o el suicidio.

En lo concerniente al arte, esta nueva forma de ver la vida y al hombre, orientó a las primeras vanguardias. Tomaron su nombre también de la política, para identificar su ideario artístico. Tenían en común su rechazo a los valores sociales y artísticos de la cultura de entonces, que calificaban despreciativamente de burguesa. Aquella cultura que relacionaban con los gustos refinados, acartonados e hipócritas de las clases acomodadas y que ellos venían a cambiar. Se consideraban baluartes de la autenticidad y la espontaneidad. Aquellos vanguardistas, construyeron una nueva forma de expresión en múltiples manifiestos, con idearios que en gran medida se superponían, aportando cada uno solo alguna nueva originalidad, pero continuadores conceptualmente de esta misma tendencia, cosa que no dejaron de hacer hasta hoy, segunda década del siglo XXI. Básicamente, buscaron terminar con la forma que se concebía el arte para hacer todo de nuevo.

En un principio aquellos vanguardistas estaban conformados por pequeños grupos que se veían a si mismos como artistas de elite, y en un principio se dirigían a grupos limitados, ya que veían en el publico masivo la encarnación de un modelo que consideraban agotado. En algo tenían razón, me parece, la característica propia de la masa –comprobado por la historia- es solo ver lo que ve la masa, y la masa no suele ver más allá de lo inmediato. Cuando masivamente se sigue un modelo ”nuevo” no suele ser tan nuevo, o es algo que ya está instalado en el ambiente porque viene de generaciones anteriores, o es porque ha sido manipulado por una propaganda mediática usurpadora, embarcándolos en una nueva ilusión, que sumará a su desesperanza heredada un nuevo motivo para seguir inhalado en ella.

Como era de esperar, aquellos vanguardistas sufrieron el rechazo del público masivo, aunque lo han utilizado a su favor como propaganda, argumentando que la causa provenía de la ignorancia artística del vulgo. Se presentaron como los grandes transgresores. El auge posterior del vanguardismo, aquel del siglo XX que hoy sigue dando vueltas con las misma mentiras, tuvo éxito internacional gracias a que fue promovido por lo que a partir de entones dominó la cultura, y tuvieron prensa porque convenía a sus intereses ideológicos. No hubiese prosperado uno sólo de esos transgresores de no haber servido de idiotas útiles -como decía Lenin- a la causa de dominación ideológica que hoy vive la humanidad. Fueron aprovechados por los elites intelectuales de la política, que pintaban también de revolucionaria. Por eso, el mérito de la fama de aquellos vanguardistas, hay que adjudicárselo más al mundo de la política que a ellos mismos, que aunque algo aportaron, muchísimo más es lo que destrozaron.
Y los elevaron a las “altas cumbres del arte” por que le dieron prensa, premiando sus logros e ignorando a aquellos que pertenecían a la “vieja escuela”. Todos aquellos vanguardistas fueron, quizás sin percibirlo, sus serviles hijos. Así, el arte que no era de “vanguardia” pasó a ser automáticamente producto de artistas que no habían evolucionado.
Las nuevas vanguardias deberán promover cambios profundos, no de simples retoques artificiales de una cultura ya caduca. Es hora de reaccionar, es hora de dejar de ser rebeldes en estupideces y corderitos sumisos en lo esencial e importante. Es hora de abrir nuevos caminos.

No hay comentarios.: