18 julio 2012

SUPERAR LAS EXPECTATIVAS

Muy distinto entendemos las cosas cuando tomamos los medios como fines, o lo importante como secundario.

El otro día, en la inauguración de mi muestra de pinturas en la SAAP, (Sociedad Argentina de Artistas Plásticos) dije una frase aparentemente poco feliz. Esa típica expresión en las que queriendo decir una cosa se entiende otra.
Ahora, que ya terminó el tiempo de corridas y dispongo de un tiempo más de paz y soledad, quiero reflexionar un poco sobre eso, ya que me puede servir para ampliar mis puntos de vista, y los tuyos.

Después de la presentación oficial de la muestra de parte de las autoridades de las SAAP, me tocó hablar para hacer un breve comentario sobre las obras. Apenas comencé, cometí un aparente error al querer decir algo que para mi fue fundamental en mi carrera, dije que yo siempre “busqué superar las expectativas de los clientes”. En cuanto lo dije sentí que algo podía no estar bien, pero, como tantas veces, seguí adelante como si nada. Por esas cosas del momento (y por falta de luces) no volví sobre mis palabras corrigiendo la frase o aclarándola mejor, igualmente no me pareció para tanto. Aunque advertí que ni la palabra “busqué”, ni la palabra “clientes”, eran las adecuadas al entorno.
Pero corroboré la duda cuando alguien de los presentes, no la dejó pasar. Cuando el presentador del acto invitó a hacerme alguna pregunta, la persona en cuestión, una artista plástica, comenzó diciendo “me voy a permitir hacerte la contraria...” y con esa intervención hizo más notorio el aparente desliz, incluso para aquellos que quizás no lo habían advertido. Mientras ella hablaba yo pensaba: que distinto se entienden las cosas cuando se opina partiendo de una rápida mirada.
Veamos un poco, de las dos, la palabra que me parece más desacertada, sin ninguna duda fue “busqué”, porque inspira la frase, en su lugar podría haber dicho quizás “esperé”, pero de cualquier manera da a mala interpretación. Es verdad que hay una sutil diferencia entre “buscar superar las expectativas del público”, que “esperar superar las expectativas del público”; la primera se centra más en el público, por ende lo “importante” pasaría a ser la opinión pública; el segundo se centra más en en la obra que realizamos y la opinión de los demás, aunque importante, pasa más a un plano secundario e incluso accidental.

Ahora bien, la aspiración a superar las expectativas, tanto si uno la busca o la espera, evidentemente puede verse de dos maneras, como una búsqueda por agradar, simplemente como búsqueda de aprobación, que se puede traducir en miedo a dejar de agradar y repetirse para no desagradar, o también como un desafío a más, a no conformarse, por más que nos aprueben.

La búsqueda por agradar puede muchas veces hacer caer en grandes canalladas, puesto que el público, mucho menos el masivo, que suele estar lejos de las altas exigencias, puede ser presa fácil del manipuleo demagógico, para ganarlos para el propio beneficio “vendiéndoles” fruta mala seduciéndolos solo con una cáscara atractiva. Recuerdo una de estas tantas frases sabias, que mi querido viejo repetía hasta el cansancio a mis hermanos y a mi -como para asegurarse que nos quede bien grabado- éste consejo de un canalla: “Si el público es necio y paga, es bueno hablarle en necio para darle el gusto”

Me parece que no hay artista que no desee íntimamente ser exaltado sobre los demás e incluso soñar con ser un genio, sentimiento guardado cuidadosamente para uno, salvo en aquellos que estúpidamente gustan mostrarse como tales. Pero el deseo o búsqueda de notoriedad solo es laudable cuando no se trabaja por la propia gloria personal, vanidosa, sino para usar de ella para beneficio y gloria ajena.
Estoy totalmente persuadido, que una de las características de la genialidad es precisamente ésta, la de superar las expectativas de la gente, así es como algunos han superado a sus contemporáneos. Y pienso que no me da la altura para acceder a esa categoría, y no pierdo el tiempo pensando en eso, cuando algún éxito transitorio y efímero quiere seducirme me miro un poquito, miro a los grandes, y me río de la torpe “inspiración”. No por esto voy a negar que mi vida la marcó esta búsqueda de superar las expectativas, creo que solo así se puede llegar a la excelencia, aunque nunca llegue. No son solo los resultados los que valen. Esta búsqueda, nunca significó para mi una tortura, (como les puede ocurrir a aquellos que pretenden más de lo que pueden), sino todo lo contrario, me ha servido siempre de acicate para sobreponerme una y mil veces a las caídas y volverme a levantar, sacudir el polvo y volviendo a empezar.

El objetivo de superar las expectativas del otro me parece muy bueno siempre y cuando no sea tomado como un absoluto, ya que, depende de la intencionalidad del acto la virtud de la acción. ¿Acaso podemos ver mal que un viejo enamorado busque sorprender a su amada esposa llegando a casa con un ramo de flores cuando ella no lo espera? ¿O caer por sorpresa a saludar a un amigo el día de su cúmplenos? ¿u ofrecernos a ayudarle cuando sabemos que lo necesita y no ha pensado en nuestra ayuda?, o por el contrario, cuantos corazones insatisfechos debe haber por nuestras faltas sin advertirlo, como fallarle a un amigo o los padres y salir después con una tonta escusa.
Una ves leí que los hombres somos como los viejos cañones, que hay que apuntar muy alto para que legue y la experiencia me indica que es así, si no tratamos de superar las expectativas es muy posible que nos quedemos cortos.

Este objetivo de mis inicios, y que mantuve a lo largo de los años, me sirvió como medio -no como fin- para superarme día a día, y no confórmame nunca con el visto bueno de los demás, y ha sido un remedio eficacísimo para no conformarse con la mediocridad, aunque ella habite en mi.

No hay comentarios.: