04 julio 2012

HACER MEMORIA NO NOS VIENE MAL

Para hacer memoria se requiere, obviamente, tener algo para recordar, si nuestros intereses en la vida se reducen a tener un buen trabajo, un buen auto, una confortable casa, unos hijos que no nos traigan trabajo, si es que queremos tenerlos, buena salud y apenas un poco más, entonces, no necesitaremos usar la memoria más que reducidamente y para cosas de práctica inmediata. Ahora bien, cuando nos empezamos a interesar por cosas que ya no tienen relación directa y práctica con nosotros, podríamos decir que la memoria comienza a tener un papel más interesante. Y verdaderamente comenzamos a crecer (antes era solo casi aumentar de tamaño, de nuestro cuerpo y patrimonio).

Que error y estupidez tan grande, me parece, el desprecio que se ha hecho del papel de la memoria, han repetido hasta el cansancio los cráneos de la educación, que estudiar de memoria no sirve. Obviamente, estudiar “solo” de memoria para repetir como un lorito sin entender, lógicamente que no sirve, pero estudiar de memoria “entendiendo”, no es solo una ayuda incondicional del saber, sino el ejercicio necesario para desarrollarla.
Ahora, por falta de ejercicio, multitudes no se acuerdan hoy de nada de lo que pasó antes. ¿Será esta la causa de la falta de memoria colectiva? ¡Que crápulamente bien piensan las cosas los que tiene en sus manos los destinos del mundo y quieren mantenlo en la ignorancia!

Comúnmente, la gente no amplia sus intereses porque no siente la necesidad, no les atrae. Suelen decir, “no siento nada” o “no me dice nada”. Me parece, que éste razonamiento no es el indicado, es más, creo que es el camino contrario, por lo menos en gran cantidad de casos. El problema lo plantearía así: “no hay que esperar a sentir para interesarse, sino que hay que interesarse para esperar a sentir”. Y no ser impacientes.

Pero, éste post no es sobre los interese sino sobre la memoria, pero tiene mucho que ver.
Cuando entendemos la importancia de ampliar nuestros intereses, nos damos cuanta que mucho de lo que vamos conociendo lo vamos olvidando, por ejemplo: si leemos un libro de historia, de el, nos queda solo muy poco en la cabeza, y nos puede quedar la sensación, de, para que lo hemos leído. Pero la solución no es dejar de leer, o dejar de internarnos, sino encontrar la mejor forma de recordar, volviendo a leerlo, haciendo fichas, y trayendo a la cabeza muchas veces lo aprendido, hasta que quede fijado, de ahí en más, no lo olvidaremos nunca más, aunque no pensemos más en eso. Pero, me dirás ¿y si lo que sabes no es la verdad? Estás reteniendo algo que no fue así ?! No, no estoy diciendo recordarlo como verdad, simplemente recordarlo, porque lo interesante viene después, cuando sin volver a penar en el tema, vuelve a surgir cuando ingresamos en la cabeza otras y mayores informaciones, porque todo de alguna manera está interconectado. Esta es otra de las ventajas, “ cotejar lo aprendido con nuevas informaciones” y poder discernir si lo que sabemos (gracias a que lo hemos “registrado” en la cabeza) es correcto o incorrecto. Esto tiene una importancia capital, puesto que nos permite saber con cierta facilidad y rapidez, quien nos está diciendo la verdad y quien nos está haciendo la “historia”, o sea, el verso.

El que distorsiona la verdad ha sabiendas, es sencillamente un crápula. El que la repite sin conocer un ignorante, y el que se la cree, un incauto. Todos podemos tenemos un poco o mucho de cada cosa.
La mentira más cruel, diría “criminal”, es aquella que pone en duda la posibilidad de acceder a la verdad. Precisamente, los que eso dicen suelen ser los mentirosos, o los incautos que le creen y repiten. No existe más que una sola verdad de cada cosa, como también coexistir muchos matices de esa misma verdad, que se convierten en causa de infinitas interpretaciones, que habrá que discutir. Pero la verdad no debe ponerse en duda.

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