05 mayo 2012

UN GRUPO DIFERENTE

Aunque parezca pretencioso, o lo sea, busco contactarme con artistas que se identifiquen con mi forma de pintar y se identifiquen con mi filosofía, para formar un grupo.
Aspiro a conformar un grupo dinámico, abierto, reducido, homogéneo, y a la vez con la suficiente heterogeneidad como para pensar y crear con independencia. Un grupo en el que se pueda compartir las experiencias y ayudarnos con una critica constructiva, amigable, y desarrollar la gran virtud de la autocrítica. Con artistas decididos a crear un nuevo movimiento.

La idea de crear éste grupo surge de una necesidad; miro a mi alrededor, voy a exposiciones, a concursos, observo que se premia y que se deja de premiar, y me pregunto: ¿cuando cambiará la actual situación envejecida ya después de tanto tiempo?. Escucho a algunos artistas y criticos y me pregunto, ¿que están diciendo? ¿entenderán lo que dicen? ¿Donde aprendieron ese arte?, el arte de hablar mucho sin decir nada, de hablar difícil, casi incoherente.
Cuando contemplo esta realidad me pregunto ¿a donde quieren llegar con éste vale todo infinito? ¿No se dan cuanta que llegan a las cosas más absurdas y sin sentido, o con sentidos forzados que nada tienen ver con el arte?
Este afán de sobresalir de los demás, de llamar la atención de cualquier manera ¿no estará provocado por una necesidad fomentada por nuestra cultura de que si no sos conocido no existís? ¿Es el sobresalir el fin del artista? ¿No será mejor la aspiración de superarse a si mismo, en una búsqueda-encuentro, que vaya enriqueciendo la labor y nuestra interioridad con ella?

En la actualidad sufrimos -no me cabe ninguna duda- las consecuencias del desplome filosófico de la modernidad, y después de un siglo XX conflictivo y violento (el siglo que parece ser, el que más crímenes concentró) hemos quedado con una profundísima huella, una confusión que se puede sintetizar con el "todo vale", pero un "todo vale" discriminatorio, porque todo vale menos los valores que la humanidad supo construir en tantos siglos. Llenos de todo, vacios de lo importante. Y el arte no está ajeno a ésta realidad. La falta de visión profunda de la vida, por una reducción lamentable de los principios que la rigen, nos ha llevado a distorsionar la natural necesidad de trascendencia a una búsqueda desenfrenada de fama, llevando a no pocos artistas a las más absurdas excentricidades, marcando la tendencia del arte contemporáneo. Nada más que originalidad y a veces un poco de ingenio bastan para catalogarlo como obra de arte, sin ninguna o poca base para merecerlo.
Un arte que tiene su origen en los movimientos de vanguardia de principios de siglo XX y que tomaron cuerpo después de los 50, pero que hoy, inconfesadamente, ya no dan más y no hay como sostenerlo, que a pesar de tantos intentos de originalidad y amplísimas variantes se vienen repitiendo y repitiendo incansablemente. Originales en lo formal, pobres en lo sustancial y en el fondo parecidos.
Cuando un artista se queda anclado en su vanguardismo de ayer se convierte lamentablemente en un autentico conservador de hoy.

El mundo siempre necesita de renovación, pero una renovación sin signos absolutos, puesto que no todo cambio es bueno, ya que al cambiar las cosas también se pueden estropear, o destruir, siendo peor el remedio que la enfermedad.
Entre los viejos conservadores y los liberales o progresistas de hoy -y no hablo de política sino de concepción de vida- entre aquellos que creen que nada debe cambiar o éstos que piensan que todo puede cambiar, me quedo con el equilibrio, el justo medio, o mejor dicho con lo mejor de los dos, sin descartar por ideologías obsoletas ni a uno ni a otro. Cambiar lo que se deba cambiar y mantener lo que deba ser mantenido. El gran problema se da cuando no se distingue lo fundamental de lo accidental, así se llega a absurdos monumentales como los que hoy estamos viviendo, creyendo que cambiando todo progresamos.
A consecuencia de esto, el arte plástico a sufrido cierta metamorfosis, ya que hoy existen artes paralelos que camina juntos como si todos fueran lo mismo, y donde no hace falta nada más que "coraje" para ser artista. Y lo más inconcebible, que se eleve a la categoría de obra de arte cualquier expresión artística, valida por cierto, pero que no amerita para exhibirse en galerías o museos, o lo que es peor, venderla por miles o millones de dólares.

Con unos cuantos pinceles, unos colores y un perímetro de tela, podría realizar un genio artístico la obra más maravillosa del mundo, la esencia del arte no pasa por otro lado que por el artista y su forma de combinar los elementos, sean éstos sencillos o complejos. A veces la falta de talento lleva a no pocos individuos con aires de artistas y delirios intelectuales a ser muy novedosos, pero nada más que eso, logran llamar la atención pero no conmueven a nadie, aunque justifiquen que el fin del arte no es conmover.
Estoy de acuerdo que no se puede definir el arte ni encerrarlo en tópicos temporales, pero sí es posible establecer una base, todo tiene una esencia, y para mi esa base es que el arte debe elevar el espíritu del contemplador, poco o mucho. Pero, si no logra nada en nadie entonces muy dudoso es. Luego viene el amplio abanico de lo subjetivo de cada contemplador, desde aquel que no a educado su sensibilidad y buen gusto, hasta el que ha logrado pulirlos al máximo; pero, de todas maneras esto me parece que no invalida lo anterior.

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