13 julio 2010

IGUALDAD

La igualdad proclamada por los primeros liberales se refería a la igualdad de derechos de todas las personas ante la ley, en referencia a que un pobre tiene los mismos derechos que un rico, un ciudadano común que un poderoso, o una mujer que un hombre... pero,  como siempre hacemos los hombres que tenemos esa extraña afición a torcer lo recto y ensuciar lo limpio pasamos de igualar derechos con  derechos a igualar derechos con caprichos o con cosas de puro sentimiento o sentimentalismos.

El sentido común nos haría notar el error si no estuviéramos afectados por la alienación mental en la que nos encontramos la mayoría de los hombres y mujeres de hoy.

Dice el sentido común que cuando se igualan dos elementos de distinta calidad siempre pierde el mejor. Al igualar el oro con la plata, es el oro el que pierde diluyendo su calidad en el otro.  Así, a fuerza de nivelar para abajo, poco a poco nos vamos corrompiendo igualando siempre lo mejor con lo peor.  


No se si hay algo más actual que el tango cambalache para mostrar el sentido de igualdad que hoy nos quieren imponer y de hechos muchos ya aceptan. Repasemos algunos puntos:

...Pero que el siglo XX es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue...vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor.... ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador...
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor...
No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao...
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón... Mezclao con Stravisky va Don Bosco y La Mignon, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín... Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón.
¡Dale, nomás...! ¡Dale, que va...! ¡Que allá en el Horno nos vamo’a encontrar...!
...Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura, o está fuera de la ley...

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