30 junio 2010

CONDICION HUMANA

Vamos detrás de los deseos, de las ganas, de todo aquello que más nos gusta en cada momento. Vivimos excitados por las cosas, huyendo de las molestias, nos resulta desagradable dejarlo por un deber que no deseamos ocuparnos. Cumplimos con los deberes más o menos, en un casi eterno cumplo y miento, porque no dejamos totalmente aquellas cosas que deseamos más en cada momento. Por eso vamos acomodando nuestra posición como un río que se desliza sigiloso entre la piedras, evitando hacernos paso cumpliendo nuestros sagrados deberes, evitando hacernos cargo de lo que dejamos incumplido.
Estamos con el cuerpo en un lugar y con la cabeza en otro, y la cabeza está donde está lo que deseamos más en cada momento. Divididos interiormente como estamos, no se puede esperar nada bueno si no contrarrestamos la tendencia. Es preciso cambiar, pero cambiar requiere esfuerzo, y nos engañamos fácilmente para seguir en la misma. Tomaría la famosa frase anarquista “lucha o muerte” para usarla en otro sentido más noble, que nos la aplicáramos a nosotros mismos y luchar contra nuestros propios fantasmas que nos acobardan. Luchar contra nuestras propias miserias, cada uno la suyas, para vivir matando nuestra propia mediocridad. Morir para vivir, vivir así para que la muerte no nos encuentre muertos.

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